jueves, 29 de octubre de 2015

LA POLÍTICA, LA MÁS ALTA CARIDAD



            Hace unos días escuché al Papa Francisco por televisión en una de sus prédicas. Me interesó una frase que dijo: “la política es la más alta actividad de la caridad”. Por supuesto, esa sería la verdadera política, la del arte de hacer el bien a miles y millones, elaborando bases sólidas para el progreso en todo sentido, contemplando todas las necesidades del ser humano. “La política” se debe ejercer por amor al pueblo y quien la ejerce así busca todos los métodos y móviles posibles para favorecer la vida de las personas en todas las áreas. La verdadera política es servicio puro, y demanda de quienes la ejercen entrega total de su propia vida por el bien de toda la sociedad. Así, la política, entendida como el Papa dice, es un apostolado, implicando sacrificio del sí mismo por los demás. Quienes la saben ejercer con altura, son almas maduras, que ya no buscan el provecho propio y no se sienten heridos permanentemente con las críticas, porque saben superar las tretas del yo inferior. Un buen político es un ser humano entero, que posee amor en su corazón e inteligencia para obrar, siempre pensando en el bien de los demás.

            Pero esa actividad sagrada que es la política y que da mucho poder al que llega a puestos de gobierno, ha sido manoseada y desvirtuada, muchas veces y en todos los países, por personas que buscan beneficiarse a sí mismas y no a los demás. Usan ese poder, el político, que los coloca en puestos de gobierno y allí los mantiene por determinado tiempo, para “succionar” del pueblo las riquezas. Su labor no es servir, aunque de sus labios salen todo tipo de promesas y mentiras que los muestre como ‘servidores’, pero lejos de ser así, estas personas (aunque se podría dudar que lo sean realmente…) son entidades egoístas, anticrísticas, que con tal de obtener poder y una vida a sus anchas…, no les importa dejar en su camino un tendal de humanos sufrientes, sin trabajo, sin posibilidades de educación, sin oportunidades para el progreso, enfermos sin atención adecuada, niños desnutridos sin horizonte, un pueblo sin esperanzas, y en muchos casos muertes de a miles por guerras que son ‘un negocio conveniente’ para estos señores del odio…

            Con la política se puede realizar el más alto grado de caridad al emplear el poder ejecutivo y administrativo para realizar el bien, sí…, pero también se puede destruir un país entero cuando el pueblo “no abre los ojos” y, estando ciego,  permite que el poder oscuro y siniestro ocupe los cargos de gobierno. Los cargos ejecutivos y legislativos en la dirección de un país deberían ser ocupados solo por individuos con valores éticos y vocación de servicio.
El despertar de la conciencia, que permite “ver” y elegir correctamente, es un largo proceso, y parece ser que, al menos una buena parte de la humanidad, aún duerme…